Cuando las mujeres

10 comentarios:

Isabel Martínez Barquero dijo...

Cuando se juntan las mujeres, pueden saltar chispas de fantasía.
Una entrada muy sugerente, Juglar.
Un abrazo grandote.

mariajesusparadela dijo...

Contamos hermosas historias de familia.

silvia zappia dijo...

aparecen las historias, florece el desierto*

Anónimo dijo...

Se entienden muy bien en los dialogos o se despellejan vivas.
Original y participativa esta entrada.
Muy inteligente.

Anónimo dijo...

Decia que o se entienden muy bien en los sentimientos o de ellas pueden saltar chispas.
Me ha gustado la originalidad de la presentacion inteligente de esta entrada.
Disculpa si se ha repetido el comentario.
Un placer seguir este blog.

Anónimo dijo...

Es un texto de Simone Seija Paseyro, uruguaya.Lorecibí por correo y me gustó, lo transcribo con tu permiso...
Dice así

Alguien me dijo que no es casual… que desde siempre las elegimos. Que las encontramos en el camino de la vida, nos reconocemos y sabemos que en algún lugar de la historia de los mundos fuimos del mismo clan. Pasan las décadas y al volver a recorrer los ríos esos cauces, tengo muy presentes las cualidades que las trajeron a mi tierra personal.
Valientes, reidoras y con labia. Capaces de pasar horas enteras escuchando, muriéndose de risa, consolando. Arquitectas de sueños, hacedoras de planes, ingenieras de la cocina, cantautoras de canciones de cuna.
Cuando las cabezas de las mujeres se juntan alrededor de “un fuego”, nacen fuerzas, crecen magias, arden brasas, que gozan, festejan, curan, recomponen, inventan, crean, unen, desunen, entierran, dan vida, rezongan, se conduelen.
Ese fuego puede ser la mesa de un bar, las idas para afuera en vacaciones, el patio de un colegio, el galpón donde jugábamos en la infancia, el living de una casa, el corredor de una facultad, un mate en el parque, la señal de alarma de que alguna nos necesita o ese tesoro incalculable que son las quedadas a dormir en la casa de las otras.
Las de adolescentes después de un baile, o para preparar un examen, o para cerrar una noche de cine. Las de “venite el sábado” porque no hay nada mejor que hacer en el mundo que escuchar música, y hablar, hablar y hablar hasta cansarse. Las de adultas, a veces para asilar en nuestras almas a una con desesperanza en los ojos, y entonces nos desdoblamos en abrazos, en mimos, en palabras, para recordarle que siempre hay un mañana. A veces para compartir, departir, construir, sin excusas, solo por las meras ganas.
El futuro en un tiempo no existía. Cualquiera mayor de 25 era de una vejez no imaginada…y sin embargo… detrás de cada una de nosotras, nuestros ojos.
Cambiamos. Crecimos. Nos dolimos. Parimos hijos. Enterramos muertos. Amamos. Fuimos y somos amadas. Dejamos y nos dejaron. Nos enojamos para toda la vida, para descubrir que toda la vida es mucho y no valía la pena. Cuidamos y en el mejor de los casos nos dejamos cuidar.
Nos casamos, nos juntamos, nos divorciamos. O no.
Creímos morirnos muchas veces, y encontramos en algún lugar la fuerza de seguir. Bailamos con un hombre, pero la danza más lograda la hicimos para nuestros hijos al enseñarles a caminar.
Pasamos noches en blanco, noches en negro, noches en rojo, noches de luz y de sombras. Noches de miles de estrellas y noches desangeladas. Hicimos el amor, y cuando correspondió, también la guerra. Nos entregamos. Nos protegimos. Fuimos heridas e inevitablemente, herimos.
Entonces…los cuerpos dieron cuenta de esas lides, pero todas mantuvimos intacta la mirada. La que nos define, la que nos hace saber que ahí estamos, que seguimos estando y nunca dejamos de estar.
Porque juntas construimos nuestros propios cimientos, en tiempos donde nuestro edificio recién se empezaba a erigir.
Somos más sabias, más hermosas, más completas, más plenas, más dulces, más risueñas y por suerte, de alguna manera, más salvajes.
Y en aquel tiempo también lo éramos, sólo que no lo sabíamos. Hoy somos todas espejos de las unas, y al vernos reflejadas en esta danza cotidiana, me emociono.
Porque cuando las cabezas de las mujeres se juntan alrededor “del fuego” que deciden avivar con su presencia, hay fiesta, misterio, tormenta, centellas y armonía. Como siempre. Como nunca. Como toda la vida.
Para todas las brasas de mi vida, las que arden desde hace tanto, y las que recién se suman al fogón.

tanci dijo...

.../...saltan destellos de ternura, iniciativa, participación, amistad, tolerancia, flexibilidad y amor... mucho amor. Buena entrada compañera.Saludos.

ARO dijo...

Cuando eso pasa puede ocurrir cualquier cosa.

Demián dijo...

.../...
chisporrotean las brasas y un humo perfumado se eleva...

Isabel Expósito dijo...

Cuando las mujeres se juntan alrededor del fuego, cuentan historias y con cada una de ellas regalan un poco de sí mismas. Así es como recuerdo a las mujeres de mi vida, bisabuela, abuela, madre, hija, amigas: contándonos historias alrededor del fuego de la vida. Gracias Juglar. He intentado hacerme seguidora pero algo debo estar haciendo mal porque no me lo permite el blog. A pesar de eso y mientras lo soluciono, seguiré visitándote

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